martes, 5 de marzo de 2013

Italia como síntoma


Tras las elecciones en Italia,  parece que la situación ha tocado fondo en el peor momento. Los ciudadanos italianos  han dejado clara su división y todo parece indicar que será imposible que el “ganador”, Luigi Bersani, consiga gobernar el país. La actitud de colaboración es la única solución para un nación que marcha sin freno hacia el mayor de los abismos.
Desde Europa, lo sucedido en Italia se mira con miedo y preocupación. Su candidato, Mario Monti, ha sido el gran derrotado y con ello los italianos han dejado bien claro que rechazan las políticas de austeridad impuestas desde Bruselas. Sin embargo, no parece que se quiera cambiar el rumbo, los recortes se imponen como única solución, sin importar que el gran damnificado sea el ciudadano.
Ejemplos como la gran manifestación de este fin de semana en Portugal, en contra de las imposiciones de la Troika, son el reflejo del hartazgo de la población. En Italia podemos verlo en las elecciones. Silvio Berlusconi y Beppe Grillo han sido los verdaderos vencedores. Ambos tienen en común un rotundo rechazo a las políticas que vienen marcadas desde la UE. Los italianos lo han valorado y el voto de los indecisos ha sido para ellos.
La decisión de los italianos se ve desde fuera como un error, pero mayor  fracaso es no rectificar a tiempo. Se necesitan nuevas políticas, nuevas ideas. El mazo de los recortes y la rigidez económica no funcionan y perjudican al más débil. La ola ciudadana es muy voluble, pero también destructiva. El caso de Italia, no ha sido, no es, ni será el único mientras esto siga así. El presidente, Mariano Rajoy,  y  su Gobierno, deberían tomar nota, aunque por ahora parece que continuarán siguiendo una línea que, de momento, solo ha conducido a más inestabilidad.

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