martes, 19 de febrero de 2013

Hay espacio para el cambio


Actualmente y como bien se indica en distintos marcadores de confianza, los ciudadanos españoles nos encontramos en un estado de desafección total hacia el sistema en el que vivimos, que, a pesar de vanagloriarse con términos de igualdad y justifica, provoca cada vez más grandes diferencias entre la población. Tasas alarmantes como las de desempleo, especialmente el juvenil, o los altos casos de corrupción, parecen llevarnos a una situación abocada al más profundo y oscuro abismo.
No obstante, en tiempos de crisis, crecen las soluciones. Es evidente que el ciudadano español está en estos momentos imbuido de un sentimiento de total rechazo a todo el sistema en el que vive. En particular vemos una clase joven tremendamente crítica y participativa que se niega a seguir aguantando la obstrucción que provoca el funcionamiento desfasado del Estado.
¿Qué hacer? Esa es la gran pregunta que se hacen muchos en estos últimos meses de tensión. Es innegable, que se avecina tormenta, y es por ello que muchos ya empieza a hablar de renovación y cambios. Es en esa línea en la que se mueve la extensa y detallada editorial publicada por el diario El País el pasado 10 de febrero, en la cual se habla de reconstrucción, dando a conocer sus peculiares puntos de variación para erradicar los problemas vigentes.
Ese es el ejercicio crítico que hace falta en este país, ya que somos especialistas en expresar nuestro malestar, pero nunca en proponer nada para mejorar. Pocas personas se atreven y muchas siguen a la corriente, cambiando de ola según convenga más o menos, o según sea el color de la misma. No seré yo quien subscriba totalmente las opiniones y soluciones versadas en el diario El País, ya que por poner un ejemplo nunca aceptaría hablar de un cambio en el que se diese la posibilidad de seguir viviendo bajo el anacronismo de la monarquía.
Pero sí valoro su intento, y en muchos otros puntos como la reforma en educación, sanidad, justicia o la imprescindible reforma de la Constitución de 1978 coincido de pleno, aunque siempre con matices y nuevas posibilidades para el dialogo. Mayor problema plantean otras cuestiones como el hecho de la instauración de un Estado federal, una propuesta que ha venido cogiendo fuerza en los últimos tiempos, a pesar de no tener el respaldo de la gran mayoría.
Y es que esto último es lo importante para la regeneración completa de nuestro país. Se necesita un gran debate, en el cual la gente opine y proponga soluciones. Se acabó la inmovilidad social heredara de la época en la que el engañoso velo del falso bienestar nos cegaba. Hace mucho tiempo que las cosas no funcionan, pero es ahora cuando tenemos la oportunidad de cambiarlas. Busquemos un lado positivo a esta diabólica “Crisis Total”, y emprendamos el camino de la verdadera democracia.  

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