martes, 19 de marzo de 2013

El marketing como arma


La elección de Jorge Mario Bergoglio como nuevo papa de la Iglesia católica parece abrir un nuevo periodo de cambio y renovación. Al menos, así se intenta vender. Solo hay que fijarse en su procedencia americana, algo totalmente impensable hace tan solo unos años. Jesuita y con el nombre de Francisco, rememora a uno de sus más admirados santos, san Francisco de Asís, el protector de los pobres.
Bajo esta bandera de ayuda social y conciencia de la vida de los más desfavorecidos, el nuevo papa, Francisco, está elaborando una campaña de marketing muy adecuada con lo que se espera de él. La curia romana adolece en estos momentos de una terrible imagen de cara al exterior. Los casos de corrupción e inmoralidad pesan mucho en una institución que, bajo el lema de la infalibilidad, se niega a reconocer errores.
Del nuevo papa se esperan grandes cosas, pero de momento parece que su línea es clara. Concentrar todo el peso de la institución católica en su figura carismática. Declaraciones como las de este martes en las que aseguraba que el poder de Iglesia “está al servicio de los pobres” forman parte de un claro eslogan para hacerse con las simpatías de una comunidad de fieles cada vez más desencantada.
El problema vendrá en cuestiones más profundas, doctrinales. En este contexto, el nuevo pontífice es de ideología conservadora. Será su gran prueba, un nuevo horizonte es posible, por lo que debe canalizar todas las esperanzas depositadas en él en un gran cambio en todos los sentidos. De momento, se puede decir que ha empezado con buen pie. Una buena imagen es fundamental para empresas posteriores.

miércoles, 13 de marzo de 2013

El tiempo decidirá


Desde el llamado “bloque occidental”, siempre se vio al ya fallecido, Hugo Chávez Frías, con peligro y desdén. No se pueden negar en el líder bolivariano aspectos del todo negativos en una democracia. Su aprovechamiento populista y autoritarismo fueron más que evidentes. Y lo que es peor, su creciente narcisismo le hizo quererse equiparar a la categoría de leyenda, perdiendo el norte y la perspectiva.
Pero, ¿tiene algo positivo el chavismo? Sin duda, sí. Datos como el aumento de la renta per cápita en un 50% desde 1998, la disminución de pobreza en un 70% o el incremento de la inversión social (actualmente un 20% del PIB) reflejan que también existen motivos para el recuerdo nostálgico que muchos ciudadanos venezolanos hacen estos días. Los detractores argumentarán, y no les falta razón, que esos datos son el resultado de la masiva exportación de petróleo, que en estos momento supone el 90% de los ingresos en divisas de Venezuela.
Con estas premisas los venezolanos, tendrán que ir a votar día 14 de abril de este año. Todo parece propicio para una victoria del sucesor, Nicolás Maduro. Es algo lógico, con el recuero aún caliente de Chávez. No obstante, la duda sobre su liderazgo en el movimiento chavista está en entredicho. Evidentemente, será difícil encontrar a alguien con una personalidad tan fuerte como la de su antecesor. Poco probable se ve la victoria de Henrique Capriles, quien tendrá que luchar contra Maduro y el ya mito de Chávez.
Es de esperar, que la adoración a su figura pronto se comience a desvanecer. Será en este tiempo, cuando realmente sabremos si el chavismo fue una verdadera revolución, o simplemente un dulce sueño que terminó en pesadilla para los venezolanos.

martes, 5 de marzo de 2013

Italia como síntoma


Tras las elecciones en Italia,  parece que la situación ha tocado fondo en el peor momento. Los ciudadanos italianos  han dejado clara su división y todo parece indicar que será imposible que el “ganador”, Luigi Bersani, consiga gobernar el país. La actitud de colaboración es la única solución para un nación que marcha sin freno hacia el mayor de los abismos.
Desde Europa, lo sucedido en Italia se mira con miedo y preocupación. Su candidato, Mario Monti, ha sido el gran derrotado y con ello los italianos han dejado bien claro que rechazan las políticas de austeridad impuestas desde Bruselas. Sin embargo, no parece que se quiera cambiar el rumbo, los recortes se imponen como única solución, sin importar que el gran damnificado sea el ciudadano.
Ejemplos como la gran manifestación de este fin de semana en Portugal, en contra de las imposiciones de la Troika, son el reflejo del hartazgo de la población. En Italia podemos verlo en las elecciones. Silvio Berlusconi y Beppe Grillo han sido los verdaderos vencedores. Ambos tienen en común un rotundo rechazo a las políticas que vienen marcadas desde la UE. Los italianos lo han valorado y el voto de los indecisos ha sido para ellos.
La decisión de los italianos se ve desde fuera como un error, pero mayor  fracaso es no rectificar a tiempo. Se necesitan nuevas políticas, nuevas ideas. El mazo de los recortes y la rigidez económica no funcionan y perjudican al más débil. La ola ciudadana es muy voluble, pero también destructiva. El caso de Italia, no ha sido, no es, ni será el único mientras esto siga así. El presidente, Mariano Rajoy,  y  su Gobierno, deberían tomar nota, aunque por ahora parece que continuarán siguiendo una línea que, de momento, solo ha conducido a más inestabilidad.