miércoles, 24 de abril de 2013

La sordera política sustenta el escrache


El escrache es una de las señales más claras de que la situación en este país es cada vez más insostenible. A los ciudadanos no les ha quedado otra que unirse e iniciar modos de protestas nunca antes vistos en la democracia española. Este tipo de acciones son más necesarias que nunca, ya que responden a la coherencia de un drama social.
Por ello, no se entienden los intentos de deslegitimar un movimiento que busca objetivos loables y lógicos. Los argumentos que se usan en contra han ido empeorando de manera alarmante. Se empezó con la violencia de los ciudadanos que participan en los escraches. Se  pasó luego a la comparación con el terrorismo de ETA. Y se ha  terminado de la manera más vil y malintencionada, con la denominación de “nazismo puro”, tal y como hizo la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal.
El político está demostrando no estar a la altura. Las protestas tienen una base razonable y por ello molesta tanto que se intente desviar la atención del verdadero fondo de la cuestión.  Según datos de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) desde que empezó la crisis se han producido más de 400.000 desahucios. Ante esto, desde Europa se  ha dado un toque de atención a España que el Gobierno ha ignorado.
Parece que la sordera de los políticos es endémica. Para eso está el escrache, para que escuchen de una vez lo que tiene que decir la población. Las formas pueden ser mejorables. Se debe dejar de lado cualquier tipo de violencia, ya que no tiene sentido responder con la misma cara de la moneda. Por ahora van bien encaminados y eso es de agradecer ante la falta de ideas que vienen desde las élites dominantes.


martes, 19 de marzo de 2013

El marketing como arma


La elección de Jorge Mario Bergoglio como nuevo papa de la Iglesia católica parece abrir un nuevo periodo de cambio y renovación. Al menos, así se intenta vender. Solo hay que fijarse en su procedencia americana, algo totalmente impensable hace tan solo unos años. Jesuita y con el nombre de Francisco, rememora a uno de sus más admirados santos, san Francisco de Asís, el protector de los pobres.
Bajo esta bandera de ayuda social y conciencia de la vida de los más desfavorecidos, el nuevo papa, Francisco, está elaborando una campaña de marketing muy adecuada con lo que se espera de él. La curia romana adolece en estos momentos de una terrible imagen de cara al exterior. Los casos de corrupción e inmoralidad pesan mucho en una institución que, bajo el lema de la infalibilidad, se niega a reconocer errores.
Del nuevo papa se esperan grandes cosas, pero de momento parece que su línea es clara. Concentrar todo el peso de la institución católica en su figura carismática. Declaraciones como las de este martes en las que aseguraba que el poder de Iglesia “está al servicio de los pobres” forman parte de un claro eslogan para hacerse con las simpatías de una comunidad de fieles cada vez más desencantada.
El problema vendrá en cuestiones más profundas, doctrinales. En este contexto, el nuevo pontífice es de ideología conservadora. Será su gran prueba, un nuevo horizonte es posible, por lo que debe canalizar todas las esperanzas depositadas en él en un gran cambio en todos los sentidos. De momento, se puede decir que ha empezado con buen pie. Una buena imagen es fundamental para empresas posteriores.

miércoles, 13 de marzo de 2013

El tiempo decidirá


Desde el llamado “bloque occidental”, siempre se vio al ya fallecido, Hugo Chávez Frías, con peligro y desdén. No se pueden negar en el líder bolivariano aspectos del todo negativos en una democracia. Su aprovechamiento populista y autoritarismo fueron más que evidentes. Y lo que es peor, su creciente narcisismo le hizo quererse equiparar a la categoría de leyenda, perdiendo el norte y la perspectiva.
Pero, ¿tiene algo positivo el chavismo? Sin duda, sí. Datos como el aumento de la renta per cápita en un 50% desde 1998, la disminución de pobreza en un 70% o el incremento de la inversión social (actualmente un 20% del PIB) reflejan que también existen motivos para el recuerdo nostálgico que muchos ciudadanos venezolanos hacen estos días. Los detractores argumentarán, y no les falta razón, que esos datos son el resultado de la masiva exportación de petróleo, que en estos momento supone el 90% de los ingresos en divisas de Venezuela.
Con estas premisas los venezolanos, tendrán que ir a votar día 14 de abril de este año. Todo parece propicio para una victoria del sucesor, Nicolás Maduro. Es algo lógico, con el recuero aún caliente de Chávez. No obstante, la duda sobre su liderazgo en el movimiento chavista está en entredicho. Evidentemente, será difícil encontrar a alguien con una personalidad tan fuerte como la de su antecesor. Poco probable se ve la victoria de Henrique Capriles, quien tendrá que luchar contra Maduro y el ya mito de Chávez.
Es de esperar, que la adoración a su figura pronto se comience a desvanecer. Será en este tiempo, cuando realmente sabremos si el chavismo fue una verdadera revolución, o simplemente un dulce sueño que terminó en pesadilla para los venezolanos.

martes, 5 de marzo de 2013

Italia como síntoma


Tras las elecciones en Italia,  parece que la situación ha tocado fondo en el peor momento. Los ciudadanos italianos  han dejado clara su división y todo parece indicar que será imposible que el “ganador”, Luigi Bersani, consiga gobernar el país. La actitud de colaboración es la única solución para un nación que marcha sin freno hacia el mayor de los abismos.
Desde Europa, lo sucedido en Italia se mira con miedo y preocupación. Su candidato, Mario Monti, ha sido el gran derrotado y con ello los italianos han dejado bien claro que rechazan las políticas de austeridad impuestas desde Bruselas. Sin embargo, no parece que se quiera cambiar el rumbo, los recortes se imponen como única solución, sin importar que el gran damnificado sea el ciudadano.
Ejemplos como la gran manifestación de este fin de semana en Portugal, en contra de las imposiciones de la Troika, son el reflejo del hartazgo de la población. En Italia podemos verlo en las elecciones. Silvio Berlusconi y Beppe Grillo han sido los verdaderos vencedores. Ambos tienen en común un rotundo rechazo a las políticas que vienen marcadas desde la UE. Los italianos lo han valorado y el voto de los indecisos ha sido para ellos.
La decisión de los italianos se ve desde fuera como un error, pero mayor  fracaso es no rectificar a tiempo. Se necesitan nuevas políticas, nuevas ideas. El mazo de los recortes y la rigidez económica no funcionan y perjudican al más débil. La ola ciudadana es muy voluble, pero también destructiva. El caso de Italia, no ha sido, no es, ni será el único mientras esto siga así. El presidente, Mariano Rajoy,  y  su Gobierno, deberían tomar nota, aunque por ahora parece que continuarán siguiendo una línea que, de momento, solo ha conducido a más inestabilidad.

miércoles, 27 de febrero de 2013

La política nunca fue más necesaria



Sin duda, los sucesos acontecidos el 23 de febrero de 1981 aún perduran en la memoria colectiva de todos los españoles. Lo hayamos vivido o no, es algo tan cercano y trascendente que no nos podemos olvidar de ello. El intento de un golpe de Estado, que quería retornar al régimen anterior militar, supuso un triunfo para la recién nacida democracia española que se consolidó y prosperó en los siguientes años.
En estos días de desconcierto, esa fe e ilusión en el sistema se está perdiendo. Muchos miran hacia atrás e intentan buscar algo que les anime a seguir creyendo. En ese sentido, el golpe militar, perpetrado por el general Tejero, supone un recuerdo agridulce de terror, y a la vez de esperanza por la superación de lo inadmisible, y su posterior sentimiento de consenso y altruismo en la política española. Quizás fue una falsa ilusión, pero pareció que el bien común y el raciocinio moral se anteponían en esos días.
Es evidente que la situación en España está cada vez peor, el desafecto hacía los políticos a cada momento es más grande y peligroso. Las posturas extremistas crecen, existe un pequeño miedo a un posible suceso como el ocurrido el 23F. La política tiene que saber encauzar los ritmos que demanda una sociedad cada vez más madura e instruida. No puede dejarse llevar por la ineficacia y la más absoluta indiferencia al drama social, tal y como se está viendo en las últimas actuaciones.
La realidad es clara, si deciden continuar en su inmovilismo y acomodo inoperante y egoísta, seguiremos igual, lamentando el presente y recordando melancólicamente un pasado que tampoco fue mejor.  

martes, 19 de febrero de 2013

Hay espacio para el cambio


Actualmente y como bien se indica en distintos marcadores de confianza, los ciudadanos españoles nos encontramos en un estado de desafección total hacia el sistema en el que vivimos, que, a pesar de vanagloriarse con términos de igualdad y justifica, provoca cada vez más grandes diferencias entre la población. Tasas alarmantes como las de desempleo, especialmente el juvenil, o los altos casos de corrupción, parecen llevarnos a una situación abocada al más profundo y oscuro abismo.
No obstante, en tiempos de crisis, crecen las soluciones. Es evidente que el ciudadano español está en estos momentos imbuido de un sentimiento de total rechazo a todo el sistema en el que vive. En particular vemos una clase joven tremendamente crítica y participativa que se niega a seguir aguantando la obstrucción que provoca el funcionamiento desfasado del Estado.
¿Qué hacer? Esa es la gran pregunta que se hacen muchos en estos últimos meses de tensión. Es innegable, que se avecina tormenta, y es por ello que muchos ya empieza a hablar de renovación y cambios. Es en esa línea en la que se mueve la extensa y detallada editorial publicada por el diario El País el pasado 10 de febrero, en la cual se habla de reconstrucción, dando a conocer sus peculiares puntos de variación para erradicar los problemas vigentes.
Ese es el ejercicio crítico que hace falta en este país, ya que somos especialistas en expresar nuestro malestar, pero nunca en proponer nada para mejorar. Pocas personas se atreven y muchas siguen a la corriente, cambiando de ola según convenga más o menos, o según sea el color de la misma. No seré yo quien subscriba totalmente las opiniones y soluciones versadas en el diario El País, ya que por poner un ejemplo nunca aceptaría hablar de un cambio en el que se diese la posibilidad de seguir viviendo bajo el anacronismo de la monarquía.
Pero sí valoro su intento, y en muchos otros puntos como la reforma en educación, sanidad, justicia o la imprescindible reforma de la Constitución de 1978 coincido de pleno, aunque siempre con matices y nuevas posibilidades para el dialogo. Mayor problema plantean otras cuestiones como el hecho de la instauración de un Estado federal, una propuesta que ha venido cogiendo fuerza en los últimos tiempos, a pesar de no tener el respaldo de la gran mayoría.
Y es que esto último es lo importante para la regeneración completa de nuestro país. Se necesita un gran debate, en el cual la gente opine y proponga soluciones. Se acabó la inmovilidad social heredara de la época en la que el engañoso velo del falso bienestar nos cegaba. Hace mucho tiempo que las cosas no funcionan, pero es ahora cuando tenemos la oportunidad de cambiarlas. Busquemos un lado positivo a esta diabólica “Crisis Total”, y emprendamos el camino de la verdadera democracia.  

martes, 5 de febrero de 2013

No hay igualdad en una monarquía



Institución desfasada y anacrónica, la monarquía es el reflejo de un pasado oscuro en la que la falta de derechos y libertad estaban a la orden del día. Desde nuestra Constitución vigente aprobada en el año 1978 se nos asegura en el mismísimo artículo 1 que “España se constituye en un Estado social” en el que el derecho a la igualdad ocupa un puesto superior.
Sin embargo, en una monarquía nunca podrá haber igualdad total, ya que sigue imperando el derecho de sangre, de herencia por nacimiento. Nuestro jefe de Estado, que además fue designado sucesor por un régimen dictatorial de carácter fascista, ha llegado a la máxima representación de nuestro país, solo por su condición familiar. Nada de méritos propios, nada de igualdad.
¿Cómo podemos aceptar que vivimos en un estado igualitaria, sí nuestra institución más representativa está regida por una ley en la que la ignorancia y la injusticia son omnipresentes?
Criticar el sistema monárquico no tiene nada que ver con la absoluta ineficacia de los personajes que ostentan la Corona, sino con el valor ineficiente que esta institución conlleva. Por ello el pueblo no debe pedir la renuncia del actual monarca don Juan Carlos I de Borbón. Debe solicitar la abolición absoluta y completa de la monarquía, en favor de una república democrática, en la que la  soberanía la tiene el pueblo, que libre de ataduras desfasadas históricas, podrá decir que disfruta de igualdad.